Hay gallos cuyas alas producen un ruido muy potente, dando la impresión equivocada de que están cortando con mucha fuerza, cuando en realidad carecen de efectividad. Muchas veces hay gallos que para cortar necesitan cansarse antes, y ya cansados cortan. Siempre he sido de la opinión que esa forma de cortar y ganar una pelea es mas producto de la suerte que del merito del gallo, por consecuencia de que el otro gallo fuese muy deficiente cortador; dicho de otra manera, cualquier principiante de tiro al blanco le atina a un blanco inmóvil a diez metros de distancia, pero no cualquiera le atina a un animal en movimiento o a un ave en el vuelo.
Es difícil para el ojo humano poder seguir los movimientos de las patas y espuelas de un gallo; sin embargo, cualquiera se puede dar cuenta de los resultados de un golpe bien dado, puesto que el gallo que recibe un tiro efectivo da la impresión de encogerse notablemente, y sangrar si le pelea es con navaja. Fíjese donde pega! Para mi es una obsesión si un gallo no se fija y apunta sus tiros. Si golpea en forma alocada y en todas direcciones no me interesa.
Muchos gallos disparan en forma adecuada y se mueven en forma muy rápida pero sin fijarse adonde dirigen sus disparos. Rebaten el aire y levantan polvo en todas direcciones sin acertar para nada y terminan por agotarse sin haber atinado un solo intento. Por otro lado hay determinados gallos que hacen presa y atinan casi todos sus disparos sin poner atención. Si los observamos de cerca se puede ver como concentran su mirada en un determinado lugar de la anatomía del contrincante (pecho, lomo, cabeza), y disparan atinando con una precisión sorprendente cerca del punto donde se concentran. No se requieren muchos disparos dirigidos de esa forma y con tal precisión para vencer al adversario. Uno solo de ellos es mas efectivo que cien rebatidas al aire. Hace años, el famoso criador M. J. Bowen, famoso por sus Roundheads, me mando un pollo que había ganado como tal siete veces en cuatro meses, y estaba en cuido para su octava pelea. Le pedí que lo sacara de la misma y me lo mandara inmediatamente, cosa que hizo. Cuando el pollo llego me decepciono por completo. Era zancón, angostito de cuerpo y hombros, anguloso de la pechuga, etcétera, y sin ningún atractivo en especial, pero cuando lo tope, pude ver sus ojitos concentrándose en un punto definido de su adversario y afinar sus disparos con una precisión magistral, y en menos que se los cuento, tenia a mi preciado semental, como dicen los boxeadores, prácticamente en las cuerdas. Me enseño una lección que nunca olvidare.
via gallerosoy.com
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