miércoles, 25 de mayo de 2011

coliseo santo domingo ,junio 28 2008

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PELEA ESPECTACULAR YARIK VS RELAMPAGO C STO DOMINGO

COLISEO A BONETTI B SANTO DOMINGO MAUNALOA V LOS COMPADRES

Gallos de Pelea en Chile

A propósito de lo señalado por don Ricardo y don Luís hace tiempo que tenia ganas de escribir algo sobre ese punto, lógicamente que No basta este medio para exponer la historia del gallo en Chile, pero tratare de resumir para UD. Y los demás amigos algo de lo que he podido averiguar sobre ese punto, el cual estimo muchos otros han herrado sobretodo en lo que se refiere al tipo del gallo original traído a nosotros por los españoles.


El antecedente del gallo chileno lógicamente que hay que buscarlo antes que nada en los gallos de pelea que trajeron consigo los españoles en el siglo XVI, y respecto al tipo de éste gallo tenemos que decir que no es propiamente el gallo bankivoide. Existía una base bankiva que fue introducida por fenicios, griegos y romanos, pero recordemos luego las invasiones bárbaras orientales que afectaron a España, primero los Hunos, que ingresan al sur de Andalucía en el 443 al 446 de nuestra era, y que traen gallos pequeños pero fuertes, de unos 1.350 a 1.400 Kg, luego los vinieron las hordas de tribus bárbaras también de origen oriental, como los Suevos, Vándalos y Alanos, y godos, cuyas aves no eran bankivas sino de tipo oriental, capaces de resistir los duros climas de las estepas euroasiáticas de donde provenían esas gentes.


Después entrado el siglo XVI España era un imperio que abarcaba territorios tanto en Europa, África y Asia para nombrar lugares donde ya los gallos de pelea eran una afición por miles de años. Los navegantes, comerciantes, y soldados tanto españoles como portugueses se encontraron en oriente con una afición milenaria y se encargaron de llevar esos gallos a todos los rincones de su imperio, mezclándolo con sus propias aves de procedencia ibérica.
Así ya en el siglo XVI se hablaba de los famosos gallos Jerezanos, que fueron de los primeros gallos españoles exportados a América.


(Según la autora española Teresa Lozano Arrendares)
Todavía en las Canarias se puede ver queda algo de ese antiguo gallo español, porque ahí un se mantienen las peleas con espuelas naturales o postizas de naturales. (Recordemos que todo barco que llegaba América recalaba en las canarias ello nos da una idea de la influencia de los gallos canarios en los nuestros).


Así es como llega el gallo de combate a América, no es un gallo bankivoide como se nos ha hecho creer, no podía serlo porque tal raza no se adecuaba al tipo de peleas y armas que se dieron naturalmente acá en Sudamérica durante la colonia y hasta bien entrado el sigo XX. Así en Chile las peleas en sus inicios fueron primero con armas naturales propias o postizas sin prensar. ( así aun se pelea en algunas localidades de la zona de Arauco ). Se peleaba a "los careos", con lo que dichas riñas eran de duración considerable

.
En consecuencia las modalidades de combate exigían y exigen un gallo fuerte, de gran capacidad para resistir castigo, un gallo fuerte de patas, y de cogote, cruzado, escondido o con otras técnicas defensivas. Pude verse entonces que en el gallo chileno la mezcla entre el gallo español peninsular (que ya dije no era un bankiva puro sino un mestizo con oriental) con los asiles y malayos se produjo muy tempranamente y fruto del comercio legal y del contrabando con oriente en los primeros siglos de la colonia. La ubicación geográfica del país sus numerosos puertos que facilitaron maS que en otras colonias la introducción de esas fuertes estirpes de gallos de combate.


Respecto de la sangre inglesa del gallo de pelea, ella se da a partir del siglo XVIII con la apertura de los primeros palenques "oficiales", siendo el primero de ellos inaugurado en la ciudad y puerto de Valparaíso a mediados de ese siglo. Recordemos que Felipe V en 1727 autorizo estos recintos que debían pagar una renta o impuesto en beneficio de la Real Hacienda, esto vino dar carácter legal al juego de gallos.


Para cualquier chileno es conocida la profunda influencia que en todo ámbito tuvieron los ingleses en Chile y sobre todo en el puerto de Valparaíso, por mucho tiempo la sede la afición de los gallos en Chile. La introducción de los gallos ingleses de pelea y su mezcla con el criollo a dado que en muchos lugares de nuestro país aun se designe a los gallos de combate como "Gallos Ingleses", y creo que en Perú ocurre otro tanto.


No hay antecedentes en Chile de una introducción significativa de asiles o malayos en los 2 últimos siglos, pero es evidente que esas sangres están en el gallo Chileno, pero no por importación de Argentina o Brasil, sino que fruto de introducciones de épocas coloniales y directamente de países del Asia. Solo en el ultimo


tiempo el contacto con galleros de Argentina y Brasil, a permitido introduciré por algunos galleros del centro del país nuevas sangres de esas estirpes, que se diferencian en gran manera con el gallo local que es menos pesado, no tan alto y mucho mas rápido en el combate


GALLOS, GALLINAS, GALLEROS

Parte de la identidad d los países sudamericanos radica en su apego por las tradiciones ancestrales. Estas están siempre presentes en la gastronomía, la religión, las celebraciones y los pasatiempos. Entre estos últimos, no cabe duda que uno de los más populares en América Latina es la pelea de gallos. Pelea de Gallos En la naturaleza, los parientes del gallo doméstico peleaban por el control de las hembras y el dominio del territorio: Aunque la tradición ha sido pasada oralmente de generación y no existe un registro exacto de cuándo la pelea d gallos se convirtió en espectáculo, si es conocido que los chinos comenzaron a domesticar los gallos para alimento alrededor del año 1400 a.C. Es probable que el ser humano primero haya utilizado el gallo para combates,

 y luego para la carne y los huevos. Si esto es así, hace más de 3.400años que la valentía del gallo de pelea es admirada por los hombres. Ahora, a las puertas del tercer milenio de la Era Cristiana, el pasatiempo más antiguo de la historia sigue vigente. En Ecuador estos espectáculos son predilección tanto de la Sierra como de la Costa. Poblaciones como Cayambe y san Antonio de Pichincha disfrutan mucho de esta actividad y son conocidas por ello. En Bolívar las peleas son parte infaltable del Carnaval de Guaranda y en Loja se las ve durante las fiestas de la Virgen del Cisne. En Manabí las peleas se multiplican a lo largo de las celebraciones octubrinas, aunque en algunos sectores no necesitan de ningún pretexto y los gallos son rutina de fin de semana, o de la tarde de los jueves. Muchos pueden asumir que se trata de una fiesta popular, pero no es extraño ver a grandes personajes del país, ex presidentes o políticos de renombre, entrar a las sórdidas galleras de pueblo con guardaespaldas armados y su animal bajo el brazo. Durante horas su única preocupación es cotejar peleas, vitorear, beber y apostar por las violentas aves. Muchas veces los gallos son importados de países tan distantes como España o Inglaterra

. Hay muchas cosas interesantes que no todo el mundo conoce acerca de esta tradición. Una de ellas es que el gallo, cuando pelea, no lo hace ' a mano limpia'. En las patas se les calza unas espuelas para que cada golpe haga más daño al contrincante. Estas se fabrican de carey, de hueso de pescado y, en la actualidad, también de plástico. En el pasado incluso se utilizaban puntas de cuchillo. También era común que muchos galleros pongan veneno en las espuelas de su gallos para que el otro muera más rápido. Ahora, el juez limpia el pico y las espuelas de ambos gallos con limón antes de la pelea para así eliminar cualquier sustancia nociva. Apostar a los gallos es un arte para algunos y una ciencia para otros. Los apasionados son capaces de jugarse todo en una arena de pelea y salir mendigos o millonarios luego de pocos segundos. No hay necesidad de documentos legales que obliguen al cumplimiento de la apuesta, ya que es hecho respetado que "palabra de gallero, es palabra de caballero". Los aficionados frecuentes tienen desarrollado un instinto tanto para los gallos como para los apostadores. A pesar de la confusión que en ocasiones reina en una gallera - un pequeño recinto lleno de gente, gritos, humo, alcohol y el olor concentrado de sudor, sangre, y animales- los sabios pueden reconocer a distancia un "salado". Se conoce con este calificativo a la persona que sin duda perderá sus apuestas. Puede ser un novato, un extranjero o alguien que no sepa del tema, pero su aspecto lo delata. Así, los que están dudando de cual gallo ganará simplemente se acercan a un salado y apuestan contra él. De este modo se tiene prácticamente asegurada la victoria. Aprender a apostar parece lo más fácil, pero hasta en esto hay que tener experiencia. El primer paso es "cotejar" a los gallos. Es decir, los criados pactan una pelea con un gallo que se "coteja" del suyo. Este proceso puede llevar mucho tiempo hasta que los dueños se animen, pero a medida que hay más gallos y más licor, las peleas se pactan más fluidamente. Muchos aspectos deben tomar en cuenta los galleros antes de invertir en un gallo. Algo muy interesante es la casta

, pues no todos los gallos son de pelea inclusive entre éstos últimos, las diferentes razas presentan diferentes características. Cuando se crían gallos para pelear, los expertos buscan características específicas, como fortaleza, resistencia, velocidad y puntería. Cada raza tiene sus características peculiares. En casi todos los países latinoamericanos se usa el gallo de tipo español, que es fiero, "tinoso" (con buena puntería) y nunca renuncia a un combate por cobardía. Tiene un desarrollo sexual rápido y puede pelear desde muy temprana edad, pero es recomendable esperar por lo menos hasta los quince meses para que esté más maduro y pueda resistir más golpes. Pero los gustos entre los galleros también varían. Los Palma Seca del Brasil son preferidos por algunos por su combinación de tino y resistencia. Hay mexicanos, chilenos, los afamados Old English Game de Inglaterra o los codiciados Assel de India, famosos por llegar a pelear hasta doce horas seguidas. A la raza criolla, cuyo mayor mérito es la resistencia, se le conoce como "curiquingues" por la creencia popular de que los gallos de pelea viven de la cruza entre el curiquingue de los páramos y la gallina ponedora. Por último están los gallos que son una cruza indefinida entre las diferentes razas, desaliñados y con poca presencia, a los que apropiadamente se los ha llamado "guaruchos". Habiendo dicho lo anterior, la cría de un ave de combate es fundamental para desarrollar sus características. Antes y durante el proceso de reproducción, tanto el gallo como la gallina deben estar en estado óptimo de salud. Además, es preciso mantener conocimiento absoluto de los progenitores de los nuevos pollos: si una gallina es adecuada para un gallo en especial y su prole cumplirá con las expectativas. Hay muchos métodos para castar natural o artificialmente, y existen varios tipos de cruces para fijar las cualidades deseadas. El pollo de pelea necesita cuidados especiales. Por su fiereza y su raza, los pollos se golpean y pueden llegar a matarse entre ellos a una edad temprana. Sin embargo el gallo de lidia no debe comenzar a pelear hasta cuando éste sexualmente desarrollado; los machos deben ser separados de las hembras algunos meses para retrasar así su completo desarrollo

. Los pollos son colocados en un "machero", donde pueden hacer ejercicio y no tiene ningún contacto con las gallinas. Una vez que están "armados", se echan a pelear con otros de su misma edad y peso en combates cortos. Aquí seleccionan a los dotados con las mejores cualidades, los mismos que deben ser desbarbados, descrestados y recortados. Los pollos escogidos pasan por un exhaustivo período de entrenamiento con carreras, pesas, equilibrio en la soga, máquinas de correr, piscinas para nadar, traqueo manual y demás técnicas. El entrenamiento debe ser progresivo y nunca exponer al animal a un entrenamiento brutal, pues podría morir. Gallo de Pelea Así como muchos propietarios de tierras y personas de dinero se dedican a criar caballos o ganado, una minoría prefiere la cría de aves de pelea. Es una actividad que requiere de un gran trabajo, y no se descansa ni los fines de semana ni los feriados. Todos los días hay que estar pendiente de cada gallo, de su alimentación y de cómo se va desenvolviendo. También se necesita una considerable inversión, pues aparte de la infraestructura necesaria, alimentación, viajes y demás, muchas veces se importan del extranjero los gallos reproductores, los sementales o las gallinas. Sin embargo, para el buen criador y comercializador, la cría de gallos puede resultar muy rentable. No es para nada fácil criar un buen gallo para pelea. Es necesario tener conocimientos de su biología, sus genes, sus raíces. Hay que saber de alimentación, de medicina deportiva y de primeros auxilios. Por eso, no complicado conocer a un verdadero amante de los gallos cuando se lo ve. Aquel que ama su porte, su fuerza, su forma, su alevosía, su pluma brillante, se dedica de lleno a su cría, se preocupa por sus animales como si de sus hijos se tratara. En las galleras, entre machos y forajidos se puede apreciar, como una ironía la ternura y el cariño que siente un gallero de corazón por su animal. Las peleas de gallos son una de las pocas actividades que se sigue practicando desde tiempos inmemorables sin mayor cambio de su esencia. Mientras los animales no sean sustituidos por máquinas a control remoto, estos gladiadores seguirán presentes en las fiestas populares como uno de los últimos bastiones de la cultura tradicional. Ernesto Arosemena / Terra Incógnita Descripción de las peleas de gallos en el Ecuador



viernes, 29 de abril de 2011

¡Topando y Probando

Hace años, un buen amigo, Tom Wood, me dijo: “lo único que le puedes enseñar a un gallo joven, al toparlo son malos hábitos”.Tom no fue un gallero muy exitoso, porque tuvo muchos malos hábitos y prejuicios, pero había estado en el ambiente bastante tiempo para aprender algunas cosas. Esta fue una de ellas. Yo siempre le agradeceré por este consejo que después se ha confirmado muchas veces.Una vez hice un cruce experimental de mi mejor gallina con un gallo Blueface, producto de cruces consanguíneos intensos. Casi no podía esperar hasta enero para “probar” a los gallos jóvenes, productos del cruce, poniéndolos a pelear con botadores. Lo hice. Sus actuaciones fueron tan desilucionantes que rápidamente suspendí el cruce que había planeado repetir. Afortunadamente me quedé con la gallina y el gallo, porque después, cuando peleé a los mismos gallos – una vez que habían madurado y habían sido acondicionados -, resultaron ser los mejores peleadores que yo tenía en mi propiedad. Su sangre es parte de todas mis aves, hoy.Esto nos demuestra cuanto podemos averiguar peleando a los gallos inmaduros con botadores. Los que se desarrollan a temprana edad parecen ser fabulosos, pero cuando los pelean más tarde, pierden; mientras que los gallos jóvenes torpes y de desarrollo lento no se ven buenos, pero resultan ser “aplastadores de rocas” cuando los pelean en mayo.

Hace treinta y cinco años, un buen amigo, de muchos años, me pidió encargarme de una pelea de compromiso por él. Cuando recogí a sus gallos no había ni uno de entre todos, que se acercara a 150 gramos del peso límite. Desesperado, metí un gallo mío, grande y torpe que tenía solo 11 meses de edad. La primera vez que lo probamos con botadores no quiso ni pelear. Solamente bailaba ahí tratando de hacer una amistad con su oponente, como “Fernando del Toro” del cuento de niños. La segunda vez dio un par de saltos de cuervo intentando tirar golpes. La tercera vez, parecía estar agarrando la idea un poco, pero no mucho. Yo entré a la pelea de compromiso con nerviosismo y miedo, decidido a no llamar el peso límite, si lo podía evitar. Al final lo hizo mi oponente. Me sentí mal. Pero el joven “Fernando” ya había agarrado la idea; se metió al anillo como un huracán y se deshizo de su oponente la primera vez que fue soltado. Yo ni siquiera había cortado sus espolones. Dos semanas después, ganó la pelea decisión en el Torneo Nacional de Gallos Jóvenes, en Troy, Nueva York. No me gusta citar estas experiencias personales, pero dan los mejores ejemplos que conozco de la futilidad de juzgar a sus gallos por sus pruebas con botadores, cuando están inmaduros.

Durante muchos años mandé todos mis gallos sobrantes a las Filipinas. Las aves habían ganado mucho ahí, en peleas de “cuchilladas”. Siempre había una muchedumbre en el aeropuerto esperando nuestra llegada; tenían que verlos pelear con botadores ahí mismo después de un vuelo de 48 horas, para escoger a los mejores. Yo esperaba que escogieran mal. Mi amigo, quien los importó, se había enterado desde antes acerca de cuales aves yo consideraba superiores. Luego estaban esos galleros, que siempre quieren probar para ver la disposición para pelear. Cada uno tiene su prueba favorita. Nunca vi que alguno de ellos haya escogido algún gallo con verdadera disposición para pelear. Yo tengo una sola fórmula para esta cualidad: un deseo insaciable de matar. Ustedes pueden seguir la discusión todo el tiempo que quieran pero no me incluyan. Estas discusiones largas y continuadas no me interesan. Yo quiero ver al gallo ahí adentro, dando todo lo que tiene que dar, en la pelea.


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